Los discursos parlamentarios de Práxedes Mateo-Sagasta

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Legislatura: 1861-1862 (Cortes de 1858 a 1863)
Sesión: 16 de enero de 1862
Cámara: Congreso de los Diputados
Discurso / Réplica: Discurso
Número y páginas del Diario de Sesiones: n.º 38, 598, 599, 600
Tema: Voto particular de Sagasta para la reelección del Sr. O'Donnell. Presupuesto de obligaciones generales del Estado

El Sr. SAGASTA: Pido la palabra para una alusión.

El Sr. VICEPRESIDENTE (López Ballesteros): Quiere decir que cuando ese dictamen se trajo a la mesa?[598]

El Sr. SAGASTA: Sr. Presidente, quizá pueda yo aclarar todo lo que este punto ha pasado.

El Sr. BELDA: Me refiero a lo que diga el Sr. Sagasta.

El Sr. VICEPRESIDENTE (López Ballesteros): Tiene la palabra el Sr. Sagasta pero no para entrar en el fondo de la cuestión.

El Sr. SAGASTA: No voy a ocuparme de la cuestión, porque es tan clara, que en casos análogos me cuesta trabajo emitir las palabras, y siento molestar al Congreso. Voy a decir lo que en este punto ha pasado, sin entrar en la cuestión principal.

El Sr. Belda no ha querido dirigir ningún cargo a la mesa; pero de sus palabras se desprende una grande inculpación para la comisión; y como yo al fin y al cabo soy individuo de la comisión, me encuentro en la necesidad de dar algunas explicaciones, que no hubiera dado a no ser por un motivo poderoso como el que acabo de indicar.

Yo fui nombrado individuo de esa comisión que se eligió, al menos en la sección así se dijo, solo para ocuparse de los casos de reelección de los que habían sido agraciados en la guerra de África. En el momento en que se habló de esa comisión en la sección a que tenía el honor de pertenecer, dijo yo: eso es una cosa clara, no están sujetos a reelección; las gracias de campaña están exceptuadas por la ley de reelección. Entonces al oírme mis compañeros emitir esta opinión, dijeron: que sea nombrado el señor Sagasta; y me eligieron: de otra manera, ¿Cómo me había de elegir cuando de todas partes procuran echarme?

Es el caso que todos los demás compañeros míos creyeron lo mismo que yo, que nos íbamos a ocupar única y exclusivamente de los oficiales y generales que siendo Diputados habías sido agraciados en la campaña de África. Pedimos el expediente el primer día que nos reunimos; el expediente vino, y le constituían dos documentos, uno un oficio, y otro una lista. El oficio decía: " Tengo el honor de remitir, etc." Y la lista: " gracias concedidas por la compaña de África." No tuvimos que discutir mucho; todos estábamos conformes en que los militares que siendo Diputados habían obtenido gracias por esa campaña, no estaban sujetos a reelección. Entre ellos estaba el general O'Donnell, y aprobamos el dictamen sin dificultad, porque a nadie ofrecía duda, porque está expreso y terminante el artículo de la ley de casos de reelección, en el que se dice que se exceptúan de ella los empleos y gracias concedidas en el campo de batalla.

Por eso, señores, sin embargo de que D. Enrique O'Donnell fue nombrado teniente general, y además fue cruzado con una de las grandes cruces de San Fernando, no se le sujetó a reelección; estaba expresa su excepción en la ley de casos de reelección; pero dicho sea de paso, no está expreso en esta ley que ahora no está sujeto a ella. Dimos dictamen en este sentido, porque el caso no ofrecía duda ninguna. Mas ero yo secretario de aquella comisión, se redactó el dictamen, y quedó aprobado. Pasaron día y días; pasó mucho tiempo, y me encuentro un día a un Diputado en los pasillos del Congreso que me pregunta " ¿Por qué no dan Vds. dictamen sobre el caso de reelección del Sr. O'Donnell?" Yo le contesté una cosa natural: " pues, hombre, a buena hora se acuerda V. de eso, si hace tres meses que está dado" "¡Cómo que está dado!" " Si, señor; y como no estaba sujeto a reelección, fue comprendido en el dictamen de los demás individuos que se hallaban en igual caso." " ¿Y me dice V. que es secretario de aquella comisión? Pues hace V. buen secretario." " No sé por qué," le contesté: " porque no sabe V. que aquella comisión tenía que entender en un caso de reelección del Sr. Enrique O'Donnell, no por las gracias concedidas por la guerra de África , sino por haber sido nombrado capitán general de Castilla la Nueva."

" Pues esa es la primera noticia, le dije, que tengo de ser individuo de semejante comisión." " Pues acabo de ver en Secretaría que V. es el secretario de esa comisión que debe entender en el caso de reelección del Sr. O'Donnell por el nombramiento de capitán general de Castilla la Nueva." Entonces me fui a la Secretaría, y vi que era cierto, encontrándome, como puede suponer el Congreso, en este singularísimo caso: aquella comisión que había sido nombrada para dar dictamen solo por las gracias concedidas en la guerra de África, tenía que darle también por una gracia que no era por merecimientos adquiridos en campaña, sino por el nombramiento de capitán general de Madrid. ¿Y cómo venía? En el oficio de remisión se decía: "Adjunta remito a V. EE. La lista de los agraciados por los servicios prestados en la guerra de África, etc., etc.; debiendo advertir que ha sido nombrado capitán general de Madrid el general D. Enrique O'Donnell." Como no creíamos que en el oficio de remisión venía otra cosa que la lista de los agraciados en África, lo pasamos por alto, y nadie leímos el oficio de remisión; yo lo reconozco, y me hago responsable de semejante descuido; pero la verdad es también que no es a propósito que en un oficio en que se remite la lista de los agraciados en África venga semejante nombramiento, porque no tiene que ver nada una cosa con otra; yo no digo que en esto se pudiera tener intención alguna; pero la verdad es que nadie se podía figurar que en un oficio de remisión de gracias viniera semejante nombramiento.

Pues bien: así se pasaron una porción de meses sin que nadie se acordara de aquello, porque nuestro deseo era dar inmediatamente dictamen sobre aquellos Diputados que habían sido agraciados por la campaña de África; y tal era nuestra prisa, que nosotros no vimos en el oficio de remisión más que la lista de los agraciados, y se dio inmediatamente dictamen, llevados de la mejor buena fe y del mejor deseo por favorecer a los Diputados que habían hecho una campaña tan gloriosa para el ejército español, aunque no lo haya sido tanto para el Gobierno.

Pues bien: es el caso que este caso de reelección ha quedado así traspapelado; nadie dijo nada; el interesado se conoce no tenía mucha prisa porque podía haberlo advertido, podía habernos dicho que nos habíamos olvidado de otro caso que le concernía, porque el interesado lo sabía bien. Pasaron muchos meses, y por fin, cuando se dijo que teníamos que dar dictamen, fui a ver al Sr. Monares, que era el presidente de la comisión, y le dije: " Sr. Monares, V. es presidente de la comisión; sepa Vd. Que hemos todos cometido una falta, que no hemos cumplido nuestra misión, y tenemos que dar dictamen sobre el caso de reelección del Sr. D. Enrique O'Donnell por su nombramiento de capitán general de Castilla la Nueva." Entonces el Sr. Monares dijo: " pues reunámonos a ver si lo despachamos pronto." Nos reunimos en efecto, aunque entonces estábamos pocos en Madrid, y después de una pequeña discusión quedamos todos conformes en que el Sr. D. Enrique O'Donnell quedaba sujeto a reelección. Se firmo el dictamen por algunos individuos, y yo hasta cría que se había presentado a la mesa. No hago cargos a nadie; solo digo que cuando yo firme el dictamen, ya estaba firmado por otros individuos.

Después pregunté por el dictamen, y manifesté mi extrañeza de que no estuviese sobre la mesa, y entonces me dijeron que algunos individuos querían volverle a ver para estudiar esa cuestión. Entonces contesté que yo nada tenía que ver con ello, y dije:" hagan lo que quieran los individuos de la comisión, mi opinión está dada, y no tengo que [599] reformarla: si me dejan solo, el dictamen dado me servirá de voto particular ;" de modo que lo que fue dictamen se convirtió en voto particular.

Se presentaron el dictamen y voto particular el día 3 de Mayo, como dice el Sr. Presidente; pero no pudo discutirse, y a los pocos días se suspendieron las Cortes. En el interregno no se pudo hacer nada; vino este periodo de legislatura, y yo presenté mi voto particular; le ha tocado hoy en turno, me he levantado a apoyarle; pero confieso que cuando lo he visto anunciado en la orden del día, es cosa que me ha sorprendido. Esto es lo que ha ocurrido, ni más ni menos.



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